SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
Durante la próxima ceremonia de los Oscar se celebrará el 60º aniversario de la estatuilla que la academia concedió a Maxwell Henry Aronson por su contribución al cine y, muy especialmente, a uno de sus géneros más rentables y populares. Porque tres décadas antes de que naciera Clint Eastwood, el western ya tenía su propio ídolo: Broncho Billy Anderson, el apodo que utilizaba en sus películas este actor de Arkansas que se erigió oficialmente como el primer cowboy de la historia del cine, abrió el camino a otros vaqueros de leyenda como Tom Mix y sirvió de inspiración a directores de la talla de Sergio Leone, considerado el padre del ‘spaghetti western’. Con su camisa y sus pantalones de trabajo, unas botas y un pañuelo al cuello, Broncho se convirtió en el arquetipo del rudo y curtido hombre del Oeste en un rol mucho más próximo al del John Wayne de `Río Bravo’, ‘La diligencia’ o ‘Los cuatro hijos de Katie Elder’ que al de Alan Ladd en ‘Raíces profundas’, aunque sus fundamentos morales y humanos fueran parecidos.
Aronson, hijo de una familia estadounidense de ascendencia judía, nació en 1880 en la capital de la región, Little Rock. Hasta los 18 años trabajó en los campos de algodón y lo dejó para trasladarse a Nueva York en busca de un futuro mejor. Allí, en el que era entonces el epicentro de la industria cinematográfica hasta que varios de sus estudios más poderosos decidieron trasladarse a Los Ángeles, el joven vaquero desempeñó varios trabajos y se inició en sus ratos libres como actor de teatro. Aronson cumplía con el perfil de ciudadano del sur de Estados Unidos trabajador, serio y fornido. Su rostro, expresivo y al mismo tiempo suave pero tallado en granito, le convertía en un intérprete perfecto para el cine mudo que empezaba a orientarse hacia la acción. En 1903, Edwin S. Porter se cruzó en su camino. Este ayudante de dirección del propio Edison trabajaba entonces en una historia verídica: el asalto de la banda del famoso pistolero Butch Cassidy a un tren cargado de dinero. La misma historia que décadas más tarde se contaría en ‘Dos hombres y un destino’. La dificultad estribaba en encontrar al actor que diera la talla en un filme trufado de violencia y disparos de revólver que además se adentraba en un género nuevo: el western.
Y ahí apareció Aronson. El hombre del Oeste. El rostro y el cuerpo perfectos para encañonar a cientos de pasajeros en un tren y robarles los relojes y sortijas sin que ninguno mueva una pestaña (bueno, sí, uno, un viajero que paga caro su intento de huida) o para enfrentarse a las fuerzas de la ley en minoría y a sabiendas de su pésimo desenlace. Así que Porter le contrató rápidamente como intérprete, guionista y protagonista de ‘The Great Train Robbery’, considerado el primer western de la historia. Se trata de una narración de poco más de diez minutos pero contiene todos los ingredientes fundamentales del género, salvo el clásico romance del protagonista con la chica del saloon o la viuda del colono asesinado. Lo cierto es que las catorce escenas de ‘El gran robo al tren’ no daban para tanto, aunque sí para relatar cómo una banda de malhechores asalta el ferrocarril, se da a la fuga y luego es perseguida por los hombres de la ley hasta un final fácilmente imaginable: el malo nunca gana. En 1903 la película causó furor no sólo por lo novedoso del planteamiento y su montaje, sino por su enorme carga de violencia para un filme de la época. Nunca antes (o casi) se había tirado tanto de gatillo ni tantos extras habían caído como moscas en la gran pantalla con tal veracidad.
Lo que entonces hicieron Porter y Aronson, que a partir de ahí utilizó el nombre de Gilbert M. Anderson y el apodo de Broncho Billy Anderson (transmutado por la leyenda en Bronco Billy y al que Clint Eastwood rendiría homenaje en su película así titulada de 1980), fue algo muy grande. Un género nuevo de gran éxito popular. No hay que olvidar que la película fue rodada en un tiempo todavía muy rudimentario desde el punto de vista técnico que armaba todo su desarrollo en planos fijos como si se tratara de un teatro. Porter, en cambio, aplicó los primeros trucos básicos que se conocen sobre el montaje para proporcionar velocidad y tensión narrativa. Entre ellos, sustituir las secuencias fijas propias del espectáculo teatral por la alternancia de planos. También ensayó con los movimientos de cámara para obtener profundidad y con otros experimentos visuales que hoy resultan habituales, pero en aquellos años eran inéditos, como la posibilidad de ver un fondo a través de una ventana o la escena final del corto, donde un vaquero vacía el cargador de su revólver directamente contra el público. En la actualidad puede parecer una idea inocente, pero entonces lograba que la platea gritara horrorizada al unísono.
Por su parte, Broncho Billy aportaba al filme unas cualidades actorales innatas. En “The Great Train Robbery” interpreta a tres personajes diferentes y sus dotes se hacen presentes, aunque en realidad se trate de una película coral y sus escasos primeros planos impidan verle en todo sus esplendor. A partir de este título, comenzó a utilizar su sosías de Gilbert M. Anderson para firmar las películas que guionizaba y realizaba en su propia productora, mientras su apodo pasó a convertirse en el símbolo de una franquicia del western y él, en la primera estrella del género. Títulos como ‘Broncho Billy Left Bear Country’, ‘Broncho Billy and the Maid’ o ‘Broncho Billy and The Sheriff’s Kid’ son la auténtica escuela del western. Como curiosidad, años más tarde Anderson se centró en la faceta de director y productor y creó otro personaje vinculado al género del oeste pero en clave humorística llamado Alkali Ike, que protagonizaba el comediante Augustus Carney. Fue tal su éxito, que este personaje se convirtió en el primer merchandising de la historia al comercializarse una colección de figuras suyas. A Broncho le gustaba el humor. Después de su experiencia con Carney, produjo varios cortos de Stan Laurel y su primera película como pareja cómica con Oliver Hardy.
“The Great Train Robbery”, por su parte, está inscrita con letras de oro en la academia del cine y en la Biblioteca Nacional de Estados Unidos, que la cataloga como una pieza primordial de los pilares de la cultura norteamericana. Precisamente, la versión que se ofrece en esta sección es la original que conserva la Biblioteca Nacional, ya que con ‘Asalto y robo de un tren’ se han hecho múltiples copias a las que se han aplicado bandas sonoras e incluso coloreado los fotogramas. Entre lo mejor del original está que permite comprobar la calidad de las imágenes rodadas por Porter, una factura técnica impresionante para tratarse de los primeros años de esta industria, y cómo un western de 1903 no tiene nada que envidiar a ninguna de las películas realizadas posteriormente sobre el mismo género. De hecho, a cualquier espectador las escenas le resultarán harto familiares, pues se han repetido fielmente a lo largo de décadas y décadas de westerns. Por si fuera poco, cuatro años después de estrenarse, nació en Iowa Marion Robert Morrison, John Wayne, el vaquero que consiguió que los revólveres continuasen aullando más allá de Río Rojo aún después de la jubilación de Brocho Billy.
Ficha técnica
Título: “The Great Train Robbery” (Asalto y robo de un tren)
Director: Edwin S. Porter.
Guión: Edwin S. Porter.
Reparto: Broncho Billy Anderson, A.C. Abadie, Justus D. Barnes y Donald Gallaher
Fotografía: Edwin S. Porter.
Producción:Edison Manufacturing Company
Duración: 10 minutos
Año: 1903
País: Estados Unidos
Género: western