SHÉKET: JUDÍOS EN EL CINE MUDO, CON MIGUEL PÉREZ –
“Tiempos modernos” es uno de los títulos más populares de Charlie Chaplin y también una pieza de estudio para los interesados en la historia del cine. Fue rodada en 1936 y producida por la United Artists, lo que explica la valentía para llevar adelante un largometraje a contracorriente en una época donde ya estaba plenamente instaurado el cine sonoro, ya que se trata de un filme esencialmente mudo, pero que cuenta con música y efectos especiales de sonido. No hay que olvidar que la United Artists fue una compañía singular, por donde pasaron talentos de la industria como Joseph Schenck, David W. Griffith y Douglas Fairbanks, miembros destacados de la comunidad judía que alumbró Hollywood.
Chaplin, por su parte, dirigió e interpretó ‘Tiempos modernos’ en un periodo de gran brillantez artística. Sólo cuatro años después estrenaría ‘El gran dictador’, un alegato contra el nazismo donde tuvo el arrojo de encarnar en tiempos tan tenebrosos no sólo a un dictador al que ridiculiza ferozmente, sino también a un barbero judío perseguido. «No tengo esa suerte (de ser judío)», dijo el actor cuando fue preguntado si tenía raíces judías.
En 1936, el cómico ya se había decantado por interpretar comedias agridulces donde el humor y los gags compartían metraje con los sentimientos, el discurso analítico y hasta cierto punto, el dolor. En este caso, el filme denuncia la deshumanización generada por el capitalismo y sus métodos de producción basados en la eficiencia, la mecanización y la optimización de los recursos y los pone en contraste con la precariedad laboral de los trabajadores y la desesperación ante el desempleo en la década de 1930. Toda una metáfora que engancha con el antiguo expresionismo alemán, el cine social americano y el periodismo de la Gran depresión de 1929, y que serviría de prólogo a grandes obras como ‘Las uvas de la ira’.
‘Tiempos modernos’ puede verse, en efecto, como una tragedia… de los tiempos modernos. Chaplin encarna a un trabajador que pierde la razón por su enajenante trabajo en una cadena de producción apretando tuercas a las que sólo debe dar media vuelta. Cuando le dan el alta en el hospital, el protagonista sale a la calle y se encuentra con una manifestación obrera, con tan mala suerte que la Policía le confunde con uno de sus líderes y decide perseguirle. Como puede suponerse, el desenlace es una auténtica vorágine de persecuciones, situaciones comprometidas y escenas de singular belleza en su coreografía, como aquella en que Chaplin va tirando las sillas de un restaurante al suelo para entorpecer el paso a sus perseguidores. En medio de tanto humor y situaciones confusas, también aparece la tragicomedia y el amor. En la ficción y en la realidad. Paulette Goddard, que había ejercido papeles secundarios en varias películas desde 1930, debuta aquí como coprotagonista, interpretando a una joven humilde que debe robar para comer. Después del rodaje, Charlie y Paulette se convirtieron en pareja. Terminarían casándose y protagonizando la otra magnífica película icónica de Chaplin, ‘El gran dictador’.
Pero aparte de tratarse de un filme crucial en la vida de sus intérpretes, ‘Tiempos modernos’ también jugó un papel trascendental en la historia del cine. Es el primer largometraje donde confluyen el cine mudo y el sonoro. Y de hecho, está considerada como la última película silente, a la vez que una crítica de su director, el propio Charlie Chaplin, al sonido que tantas estrellas del séptimo arte se llevó por delante. Eso sí, Chaplin tampoco era un radical: decidió utilizar los recursos de sonido que le venían bien a su largometraje y, por otro lado, optó por la ironía para ejercer su crítica. El cómico habla, o mejor dicho canta, en una brevísima escena, en lo que sería su única concesión al cine sonoro. ‘Tiempos modernos’ es, desde ese punto de vista, una pieza única.
Pero también lo es en su técnica. En 1936, los largometrajes sonoros ya eran un hecho. El famoso Charlot aplicó en ‘Tiempos modernos’ la parte que le interesaba: el fondo por encima de los diálogos. La película continúa usando mayoritariamente el esquema clásico de la gestualidad y los intertítulos, pero utiliza los ruidos de maquinaria, música o voces emitidas por radios oaltavoces para generar los ambientes. El resultado es harto curioso. El sonido no hizo mella en la actuación de los actores, que contiene toda la esencia del cine mudo. De alguna manera, el filme funciona como dos planos yuxtapuestos, pero perfectamente sincronizados; dos mecanismos que giran en la misma dirección.
En ese sentido, ‘Tiempos modernos’ puede considerarse como una película experimental, más aún cuando la transición de la industria ya ha pasado y el sonoro era habitual en las salas de cine. Es más que posible que en la genialidad técnica de este largometraje influyeran dos factores decisivos. El primero, la propia genialidad de Chaplin, que ya había demostrado en decenas de piezas dirigidas e interpretadas por él mismo. El segundo, la calenturienta fábrica de ideas que era la United Artists. Fundada en 1919 por Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Mary Pickford y David Wark Griffith (el padre del cine moderno), se trataba de la primera empresa creada no por productores, sino por artistas (y qué artistas), lo que implicaba un plus de creatividad e ingenio.
Alejada de los cánones de los grandes estudios, lo suyo eran las producciones independientes de calidad, lo que hizo por una parte que sufriera grandes vaivenes mercantiles, pero, por otra, que terminara atrayendo a numerosos actores de renombre, aparte de los grandes entendidos y magnates de la industria del cine, como Joseph Schenck y Samuel Goldwyn. Gestionó más de 1.600 títulos durante sus sesenta años de historia, en los que rozó el cielo y se quedó a sus puertas: la compañía se hundió en 1980 debido a los costes de producción de la megalomaníaca ‘La puerta del cielo’, dirigida por Michael Cimino con Kris Kristofferson como protagonista.
Ficha técnica
Título: “Modern Times” (Tiempos modernos)
Dirección: Charles Chaplin
Guión: Charles Chaplin
Reparto: Charles Chaplin, Paulette Goddard, Henry Bergman, Chester Conklin, Stanley Stanford, Hank Mann, Louis Natheaux y Allan Garcia.
Producción: United Artists
Música: Charles Chaplin
Fotografía: Rollie Totheroh, Ira Morgan.
Año: 1936
Duración: 89 minutos
País: Estados Unidos
Género: comedia