LA PALABRA – Esta semana ha tenido lugar un nuevo rifirrafe entre el primer ministro israelí y el secretario general de Naciones Unidas, acusando el primero al segundo de alentar el terrorismo en unas declaraciones que justificaban la violencia palestina en la frustración por la falta de avances en el proceso de paz. Alguien podría pensar que este enfrentamiento dialéctico entre Israel y la mayor organización internacional se debe al carácter e ideología de Netanyahu, pero la verdad es que la historia es mucho más antigua. Fue el mismísimo David Ben-Gurion (fundador del estado y su primer jefe de gobierno) quien acuñó la despectiva expresión “um shmum” ya en 1955, cuando Israel cumplía apenas siete años de su establecimiento (justamente en aplicación de una decisión de Naciones Unidas, en cumplimiento de un mandato heredado de la anterior Sociedad de Naciones). Ya entonces Israel se enfrentaba al acoso cotidiano de los fedayines, terroristas palestinos alentados y financiados por Egipto, que se infiltraban desde Gaza para cometer atentados y plantar minas anti-persona en los campos de cultivo de los kibutzím fronterizos. Estas acciones no eran condenadas en el foro internacional, pero sí las represalias israelíes. ¿Les suena de algo? Y esto mucho antes de la Guerra de los Seis Días, de los territorios ocupados, de los asentamientos…
Coincidiendo en el tiempo se celebraba en Bandung (Indonesia) la conferencia de la que nacería el Movimiento de Países No Alineados, que se definían así por no estar de parte ni de EE.UU. ni de la URSS en la Guerra Fría, aunque sí se alineaban en contra de la propia existencia de Israel en el marco de la Asamblea General de la ONU. Por entonces, el primer ministro Moshe Sharett (siendo Ben-Gurión el encargado de Defensa) aseguró en una sesión del gobierno que de no ser por Naciones Unidas no hubiera nacido el estado, a lo que “el viejo” le espetó que sólo los judíos fundaron el país y no la resolución de ninguna “UM shm-UM”, utilizando el prefijo despectivo del ídish (shm-) delante del nombre del organismo mundial en hebreo, UM, acrónimo de Umót Meujadót. Este juego de palabras fue incluso parafraseado por Kofi Annan, antiguo secretario general de la ONU, en una visita de 1998 al parlamento israelí, cuando rimó en hebreo: “bli UM, ein klum”, sin Naciones Unidas no hay nada. Y en 2011, el actual premier Netanyahu calificó en la sede de la organización a la misma como “teatro del absurdo” y “un sitio de oscuridad para mi país”.
Es difícil encontrar coincidencias ideológicas entre Ben-Gurión y Netanyahu, aunque ambos expresaran la misma decepción ante el mismo organismo de cuyo Consejo de Seguridad ha formado parte España este año como miembro no permanente. Y que el canciller español no olvidó de recordar y recalcar en el reciente acto de homenaje a las víctimas del holocausto en el Senado, sin venir a cuento de lo que se trataba (la shoá), como si ello fuera garantía alguna de imparcialidad en el trato hacia los judíos y su estado. O en un reciente comunicado en el que después de “condenar enérgicamente” los últimos ataques terroristas expresa su “preocupación por la reacción a los ataques”, poniendo en entredicho el derecho a defenderse de quien te apuñala y pretende matar. A ver a quién más se lo dicen.
Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad
“Um shmum”
David Ben Gurion, Jorge Rozemblum, Margallo, Naciones Unidas, Netanyahu