EL ESPACIO DE SANDRA ISRAEL, LA ESPAÑOLA EN ISRAEL – Nos acercamos a fechas festivas para todos. Unas y otras religiones se avienen a celebrar eventos distintos al unísono, en el mundo entero. Ocurre todos los años y, sin embargo, no nos sorprende. Seguramente, resulta que no estamos tan distanciados los unos de los otros como podría parecerlo… o como algunos humanos se empeñan en demostrar a cada paso violento con que jalonan nuestra Historia. Son fechas todas de MILAGROS. Para los unos, la lucha por la supervivencia es el quid, para otros el nacimiento de una buena nueva evangelizadora… Para todos, la llama de la esperanza. Mientras judíos y cristianos celebran la presencia divina y la lucha humana por mejorar nuestro mundo, desde prismas diversos, nuestros niños reirán los unos ante la apertura de un regalo especial, los otros ante el encendido de una nueva vela, y todos ellos, ante la posibilidad de contar con sus padres un ratito más de lo habitual, durante las vacaciones.
Fuera del milagro, en ese extraño y tétrico mundo gris que parece existir sólo en las ondas de radio, la fibra óptica o el papel reciclado de nuestros periódicos, ciertos hombres –grises también-, ajenos al brillo del momento, seguirán relatando las maldades de los unos, los padecimientos de los otros, contando verdades a medias, escudándose en mentiras populares, trasladando nuestra realidad a las necesidades de su propia línea editorial o política. Cientos de Grandes Hermanos seguirán manejando, en estos días especiales, la libertad de Prensa y de Opinión de millones de seres humanos. Nos encontraremos, de nuevo, en pleno siglo XXI, algo “retrasados”, en un engranaje al más puro estilo del también gris “1984” Orwelliano.
Como buena española, me decanto por los colores y por las luces y, claro está, por nuestro magnífico Calderón de la Barca; así que, aunque sea por unos días, olvidémonos de la peligrosa Siria, de los atropellos y acuchillamientos a judíos en Jerusalén, de la progresión armamentística de Irán y de las posibles y absurdas sanciones que también el próximo año se le ocurrirá imponernos una ONU absolutamente decadente, para no perder la costumbre. Olvidemos lemas de antaño, unidos a los acervos culturales de otros tiempos. Progresemos de verdad un poco más en nuestro siglo y soñemos, todos, por unos días, en ese mundo mejor, que a todos debiera unirnos. Vivamos el sueño, por unos días. Tal vez se haga real, algún día.
Desde Israel, a todos los macabeos de alma, judíos o no, luchadores por la Libertad, a todos los que pugnan por las libertades de hombres y mujeres en cualquier cultura, a todos los realistas de todos los tiempos que conocen -y no elucubran- dónde está el bien y dónde el mal, a todos aquellos que no se dejan llevar por los eslóganes del momento, por lo políticamente “correcto”, a los que no manejan el doble rasero, a los que no defienden lo que ellos mismos perseguirían si les tocara, a los verdaderos y valerosos soñadores y forjadores de un mañana mejor… A todos aquellos que, aún en estos tiempos oscuros, desean seguir iluminando el mundo con su rayo de esperanza, por lo menos en estos días de fiesta que se avecinan… les deseo que mantengan la llama y la ilusión.
Y a quiénes se empeñen en apagarla, ¡cuidado! Igual los Reyes les traen carbón este año.