FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –
Guion: Sylvain Estival. Reparto: Sasson Gabai, Baya Belal, Myriam Tekaia, Gassan Abbas, Khalifa Natour, Lofti Abdelli. Premios: César de la Academia Francesa a la Mejor Ópera Prima. Premio del Público Festival de Tokio.
Jafaar es un pescador palestino de Gaza. Un día encuentra en sus redes un cerdo, seguramente caído de un barco carguero. Como buen musulmán, decide deshacerse rápidamente del animal impuro, pero su situación económica le aconseja venderlo. Así comienza una aventura que, desde la comedia, refleja la compleja situación de los habitantes de Gaza, encerrados entre el bloqueo de Israel y Egipto, y los islamistas que controlan la zona.
Acostumbrados a hacernos una idea de lo que pasa en el mundo a través de los medios de comunicación, enviados especiales poco dados a la objetividad y titulares dramáticos e imágenes de impacto, una película como Un Cerdo en Gaza ofrece una perspectiva tierna y divertida sobre la naturaleza de un conflicto enquistado durante demasiados años. Con un toque neorrealista en la creación de los personajes, además de unos gags al más puro estilo Chaplin, encontramos metáforas llenas de contenido y un ritmo dramático que no desperdicia ningún recurso para el entretenimiento. La película es extremadamente crítica con las tradiciones y las entidades que conforman el universo cotidiano de palestinos, israelíes y sus árbitros: los funcionarios de la ONU, usando como canal el realismo mágico.
El relato comienza con la desdichada rutina de un humilde pescador al que la prohibición de pescar más allá de 200 metros de la costa impuesta por las autoridades israelíes sólo le permite llevar al mercado unas pocas sardinas y restos de basura que llega a la playa. En medio de su desgracia, un día pesca con su red un cerdo (animal impuro tanto para judíos como para musulmanes). El pobre Jafaar no sabe qué hacer con su “botín”, hasta que consigue vender el esperma del cerdo a una joven judía que trabaja en la granja de un kibutz. Pero a pesar de que comienza a ganar gran cantidad de dinero, las mordidas, el transporte y la culpa ante la desquiciante situación de infiel, le harán soñar con volver a su tradicional desventura de sardinas.
Es evidente que el objetivo principal de Un cerdo en Gaza es hacer un llamamiento amistoso al alto el fuego, o al menos aportar su grano de arena a una idílica disolución del conflicto israelo-palestino. De ahí que la opera prima de Sylvain Estibal esté planteada mediante un lenguaje simpático y desenfadado, claramente destinado a despertar sonrisas que en ocasiones roza la ingenuidad. Todos estos principios cinematográficos convierten a esta ópera prima en una buena carta de presentación para Sylvain Estibal, director y guionista de la cinta, como así lo atestigua el merecido Premio Cesar a la Mejor Ópera Prima, que además sirve para conocer a muy buenos intérpretes que gestionan la crítica y el humor con soltura y sin complejos embarcándose en esta aventura. Si bien, para algunos, Un cerdo en Gaza podría resultar frívola, un poco de humor puede ser el mejor analgésico contra la monótona secuencia constante de miseria y destrucción.
La violencia de la zona no se oculta en esta película singular, para la que su autor tardó en hallar financiación y que resultó imposible filmar en Gaza. El paisaje exterior pertenece a Malta y los interiores se rodaron en Alemania. Aparte del talento desplegado por Sylvain Estibal en su minucioso guión y captación de imágenes que parecen surgidas de la vida real, esta película sobre una reconciliación nunca imposible se sustenta fundamentalmente en la magistral interpretación de Sasson Gabai, prolífico actor israelí de origen iraquí.