SEFARAD PASO A PASO – Esta es una reposición de una emisión de Radio Sefarad sobre las investigaciones de Anun Barriuso y José Manuel Laureiro, autores del siguiente artículo sobre la presencia judía en Elche, ciudad situada en la zona sur de la Comunidad Valenciana a unos 23 kilómetros de la capital de su provincia, Alicante y muy próxima a las orillas del mar Mediterráneo.
Sobre la presencia judía en esta zona, hay hallazgos arqueológicos que nos remontan a tiempos muy antiguos; así se han encontrado monedas de cecas procedentes de Palestina de la época julio-claudia, lo que explicaría la existencia de judíos palestinos y sus relaciones comerciales directas, tanto en zonas de la actual Cataluña (Llivia, Ampurias o Mataró) y en la zona de Levante, y más concretamente en Elche. Pero el resto arqueológico más importante de la España antigua, lo encontramos en el yacimiento de L´Alcudia, muy cercano a Elche.
Hay que decir que en todo el Mediterráneo sólo tenemos constancia de cuatro sinagogas antiguas, en Ostia (Roma), Ventosa (sur de Italia), Túnez y la que vamos a describir, situada en las proximidades de la ciudad de Elche. Nos centraremos pues, como primera aproximación, en la sinagoga de L´Alcudia. Este yacimiento se encuentra en el kilómetro 2 de la carretera de Elche a Dolores, en él se guardan las ruinas de la antigua Ilici, y son conocidas mundialmente por el hallazgo en ellas de la “Dama de Elche”, que es la máxima expresión de la cultura ibera.
En 1905, se deja al descubierto la planta de un templo, un rectángulo de 10,90 por 7,55 metros, más un ábside semicircular en la cabecera orientado hacia el este. En el pavimento de mosaico se aprecian unas labores geométricas de estrellas trenzadas y cenefa de meandros, además se pueden leer unas inscripciones en griego, que son las que permiten catalogar el hallazgo como el de una sinagoga. Antes de comentar dichas inscripciones, repasemos brevemente algunos aspectos sobre las sinagogas.
Datar históricamente el momento del establecimiento de las sinagogas es verdaderamente complicado. Hay autores como Levi y Weingreen que opinan que la sinagoga, como institución, se remonta al periodo del primer Templo (antes del 638 antes de la era común). Su tesis se apoya en que los sacrificios eran acompañados de oraciones en los santuarios locales; de ahí que cuando Josías prohibió el culto sacrificial en dichos santuarios, continuó en ellos el culto sin sacrificios, típico de la sinagoga.
En el año 586 antes de la era común es destruído el primer Templo de Jerusalén y una parte del pueblo, siguiendo las enseñanzas de los profetas Jeremías y Ezequiel, creyeron que la deportación no era un abandono por parte de Dios, sino una prueba que Él les enviaba. Así, grupos de judíos comenzaron a reunirse con el objeto de mantener viva su fe, como recoge el Salmo 137, 1-2: “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos y lloramos con nostalgia de Sión”. Cuando estos judíos regresaron a su tierra, a la vuelta de este destierro, continuaron con la costumbre de reunirse para rezar. Hacia el 515 antes de la era común, al profeta Esdras y a sus seguidores se les denominaba “Los hombres de la Gran Sinagoga”.
Con el paso del tiempo, la función de la sinagoga evolucionó. Además de casa de oración, Bet ha- tefillah, se convirtió en casa de reunión comunitaria y lugar de estudio, recibiendo entonces el nombre de Bet ha-midras. Peláez del Rosal, establece tres tipos de sinagogas:
– La sinagoga “basílica”.- Es el tipo más antiguo, representado por las sinagogas de Galilea y del Golán, consistían en un edificio con sillares de piedra, de fachada suntuosa, orientada hacia Jerusalén, con tres puertas. El interior estaba construído como una típica basílica greco-romana, del prototipo de las basílicas sirio-romanas y nabateas, con dos hileras de columnas paralelas y una tercera fila transversal, detrás de las puertas. Las columnas eran lisas, descansaban sobre pedestales amplios y los capiteles solían ser de estilo corintio. En contraste con la suntuosidad de la fachada, el interior, una sala pavimentada con losas de piedra, carecía de cualquier ornamento a excepción de un friso que rodeaba la galería superior. La sala recibía la luz a través de ventanas, la mayor de las cuales miraba a Jerusalén.
– La sinagoga “casa amplia”.- Este tipo surge para intentar que la entrada y el estrado de los fieles no se orientasen en una misma dirección, es decir, hacia Jerusalén. Un ejemplo es la sinagoga de Estemos, en Judea, de planta rectangular con una hornacina para el altar de la Torá en el lado más ancho del rectángulo y orientada hacia Jerusalén. La fachada monumental, precedida de un pórtico de columnas, estaba en el lado más estrecho del edificio. El pavimento era de mosaico, sustituyendo al suelo de piedra de las anteriores y estaba decorado con dibujos geométricos, aunque a partir de la segunda mitad del siglo III, se permiten dibujos figurativos.
– La sinagoga con ábside.- El modelo que representa nuestra sinagoga ilicitana, es datado desde el siglo V al siglo VIII de la era común. Fueron construídas conforme al plano de las basílicas bizantinas (o éstas según las primeras). Su estructura estaba formada por un largo vestíbulo dividido en nave central y naves laterales, dos filas de columnas con capiteles elaborados, acabando en un ábside semicircular orientado hacia Jerusalén. Se entraba al edificio por tres puertas, situadas en la fachada opuesta a Jerusalén. El altar de la Torá se encontraba en el ábside. El exterior del edifico era sencillo, sin ornamentación, pues no hay que olvidar que estamos en un periodo, tanto en Sefarad como en Bizancio, de donde va a ser importado este modelo en el que está prohibida la construcción de nuevas sinagogas y solamente se permitía reparar las antiguas cuando amenazasen ruina y aunque la norma no se cumplía estrictamente, se solían tomar precauciones.
En cuanto a las inscripciones a que antes nos hemos referido, hacen mención a la comunidad y al directorio sinagogal. Encontramos la palabra griega Proseuche, que significa Comunidad sinagogal, y la palabra Presbyteron, que podemos traducir por Consejo de los ancianos. Estas muestras epigráficas datan del siglo IV de la era común y que estén realizadas en griego nos indican dos aspectos fundamentales. Por un lado, hablarían de la continuidad, incluso una vez arruinada la unidad política del Mediterráneo bajo el Imperio Romano, de los lazos entre algunas aljamas hispánicas y sus hermanas del Oriente de habla griega. Esta continuidad se basaría en relaciones e intereses comerciales, por la situación próxima a la costa de la localidad, donde además se tienen documentadas la presencia en ella de otras colonias de origen oriental de habla griega.
Por otro lado, la llegada de judíos orientales de elevado rango social y religioso, pudo dar origen a la utilización del griego en estas inscripciones, lo que sería un indicio de la idea de diferenciación y de conservación de la “diferencia”, pues utilizar la lengua griega frente a la mayoría de sus convecinos hispano-romanos y latino-parlantes, parece querer indicar su pertenencia a una comunidad más amplia, cuyo epicentro se encontraba muy lejos de Sefarad.
Incomprensiblemente, hay que desplazarse 34 kilómetros por la autovía A-7 para poder contemplar otro vestigio procedente del mismo yacimiento, hasta la ciudad de Orihuela y visitar su Museo Arqueológico, ubicado en el Palacio Rubalcaba. En él, se exhibe una lápida judía, consistente en una loseta pétrea que tiene grabados una menorá sobre una columna y dos pavos reales; uno picoteando los frutos del Árbol de la Vida y otro devorando a su pie una serpiente. Se trata de los mismos motivos que aparecen en la pileta tarraconense de la época romana que se muestra en el Museo Sefardí de Toledo y que se han convertido en el anagrama del mismo.
Después de todo lo dicho sobre este yacimiento de L´Alcudia conviene hacer algunos comentarios a los visitantes. En primer lugar, la mala indicación de su emplazamiento, lo que hace dificultoso su encuentro, y en segundo lugar, la poca información al respecto de la sinagoga de Illici, pues nadie sabe dar razones sobre ella. Continuando las investigaciones y recabando los datos más conocidos, descubrimos que esta sinagoga documentada desde el año 1956 por el profesor Cantera Burgos, ahora ha pasado a ser una iglesia paleocristiana… Si se va a la etimología de las palabras, que lo judío sea paleocristiano, es tanto como decir que lo cristiano es postjudío…
Pero creemos que el tema tiene más importancia que la meramente semántica. Pues el hecho de que se pueda datar una sinagoga entre los siglos IV y VI, “rompe esquemas” a aquellos que han querido unir la presencia judía en España con la presencia árabe, “meterla en el mismo saco”, intentando presentarnos una España cristiana y otra, siempre posterior, a la que se añaden pueblos venidos de lejos. Además, hay testimonios que nos aseguran que en las proximidades del yacimiento y por tanto de esta sinagoga, se encontraba la llamada “balsa de sinoga”, que hace pocos años fue cubierta por el propietario del terreno. Recordemos que sinoga, era sinónimo de sinagoga en toda Sefarad.
Por último, en cuanto a la propia ciudad de Elche, fue conquistada por el rey de Aragón Jaime I en el año 1263 y en las Crónicas de Jaime I, se menciona que en las negociaciones intervino como intérprete de árabe Astruch Bonsenyor, que según aparece era “un judío de Barcelona y yerno de Yehudá de la Caballería”. Después de la conquista, la zona fue repoblada por catalanes y aragoneses, y como hablamos en el caso de Mallorca, se produjo el encuentro de judíos que ya estaba en estas tierras desde antiguo, con judíos venidos con los nuevos repobladores. Como zona fronteriza y disputada por Castilla y Aragón, la población de judíos tuvo una situación privilegiada, pues los dos monarcas los querían tener de su lado.
Sabemos que en la época medieval, en Elche existían tres núcleos de población totalmente separados, la comunidad judía se situaba en La Almórida, la comunidad musulmana en el llamado Arrabal de San Juan y la comunidad cristiana en la Vila Murada. La Almórida se situaba en lo que antiguamente había sido el Cardus Máximus, ocupando lo que actualmente son la calle Almórida y las adyacentes y también tenían algunas propiedades cerca del río Vinalopó (que atraviesa la ciudad) y que como está documentado pertenecían a un judío llamado Isaac Vidal.
En cuanto a la sinagoga medieval y al cementerio, de momento carecemos de noticias. La población judía de Elche fue especialmente castigada por los trágicos sucesos de 1391, que como a la mayoría de las aljamas del Reino de Valencia, exceptuando la de Sagunto, las llevó a su desaparición y a sus moradores al exilio o a la conversión forzada. Esta ciudad es conocida mundialmente por dos aspectos que la hacen singular, su Palmeral, reconocido Patrimonio de la Humanidad y otro aspecto también declarado Patrimonio de la Humanidad, que es La Festa o El Misteri de Elx.
Hablar del bellísimo Palmeral, como se puede entender, no es tema que nos incumba en este momento, pero El Misteri, es otra cosa. Diremos que El Misteri es una obra teatral de raíces medievales, dividida en dos actos, que se escenifican los días 14 y 15 de agosto en la Basílica de Santa María de la ciudad. En esta obra se recrea la muerte, asunción y coronación de la Virgen María y además ha tenido la singularidad de representarse interrumpidamente a pesar de las prohibiciones que se derivaron del Concilio de Trento. La faceta artística más notable de la obra es la musical, pues el drama es enteramente cantado y contiene melodías procedentes de diversas épocas. Hay cantos medievales, renacentistas e incluso añadidos barrocos. Estos cantos, formados por 26 piezas musicales, pueden calificarse de monódicos y polifónicos.
Pero el interés de la obra para nosotros es que en ella hay unos personajes centrales que son los judíos. Los judíos aparecen en el segundo acto (la obra está dividida en dos), justo en el momento que los apóstoles y otras personajes velan el cuerpo de María. Los apóstoles están entonando el salmo que dice:
Al salir de Israel de Egipto
la casa de Jacob de un pueblo extraño
hizo de Judea su santuario
de Israel, su imperio….
Entonces los judíos encabezados por el Gran Rabino, irrumpen en el lugar para robar el cuerpo de María y destruirlo y así evitar que los apóstoles digan que ha resucitado, como sucedió con Jesús. Esta escena es conocida como la Judiada, en la que se produce una lucha y uno de los judíos consigue acercarse a María, pero su cuerpo queda paralizado. Los otros judíos automáticamente caen de rodillas, arrepentidos de la acción. Entonces entonan un cántico de arrepentimiento que es respondido por los apóstoles con otro cántico, en el que les piden que proclamen su fe en la Virgen y los judíos entonan:
Todos nosotros creemos
que es la Madre del Hijo de Dios.
Bautizadnos en breve a todos,
que en tal fe vivir queremos.
A partir de ese momento, apóstoles y judíos, se convierten en un coro unísono que contempla la aparición de personajes y por supuesto la ascensión de María a los cielos “en carne mortal”, Casi nada….
Y después de todo ésto, nosotros nos preguntamos: si el Levante español fue claramente influenciado por la presencia árabe, si los judíos según cierta historiografía, fueron meramente anecdóticos en la zona, ¿cómo su presencia ha perdurado a lo largo de tantos siglos?
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