“Una mujer en Jerusalén”, de Abraham B. Yehoshua

OT: LETRAS ISRAELÍES, CON ANA BEJARANO – ¿Qué mejor sitio para ser enterrado que Jerusalén? También para  Julia Ragayev la trabajadora extranjera víctima de un atentado terrorista. En Jerusalén, la ciudad de Abraham B. Yeoshua, la que busca en su obra, la que fuera, multicultural y multirreligiosa: ahora “está Jerusalén y luego está el resto de Israel” nos recuerda Ana Bejarano que opina el magistral autor de Una mujer en Jerusalén, una novela “que se lee como una especie de Via Crucis” y que Eran Riklis llevó al cine con el título de El viaje del director de recursos humanos.

“Lo único que salva a La Humanidad, es la humanidad”. Por ahí “sale” esta vez el siempre original e impredecible Yehoshua.

Una mujer en Jerusalén. Pasión en tres actos (Anagrama) Un terrorista suicida se inmola en el mercado de Jerusalén. Una mujer muere. Ella era extranjera, vivía sola en una miserable barraca de un barrio de religiosos. Nadie se presenta en la morgue de Monte Scopus para reclamar su cadáver. Sin embargo, Julia Ragayev tenía un trabajo; era empleada de la limpieza en una gran panificadora de la ciudad.

Un periodista sin escrúpulos, conocido como «la víbora», aprovecha el caso para urdir un escándalo y denuncia la «falta de humanidad» de la empresa, que ni siquiera se había percatado de la ausencia de su empleada. El director del departamento de recursos humanos, enviado por el anciano propietario de la panificadora, tiene que hacerse cargo del asunto y buscar remedio a los daños de imagen sufridos por la empresa. Pero, tras asistir al digno y emotivo entierro de la mujer muerta, el caso se convierte para él en algo mucho más importante que una simple operación planificada para recuperar la simpatía de la opinión pública.

La misión del protagonista, que parece evocar las peripecias faulknerianas de los Bundren, es cargar con el cadáver, devolver a Julia a su pueblo natal. Pero, en realidad, su verdadero cometido consiste en encontrar en su interior los recursos humanos necesarios para vencer la heladora frialdad que parece extenderse sobre el mundo y sobre sí mismo. Vencer la dureza de su propio corazón, salir del antro de aridez en el que se encuentra sepultado, purificarse, comenzar a vivir de nuevo. Esta alucinada travesía por Oriente Medio lo llevará de vuelta a su propia esencia.

 

 

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