“¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Núremberg)” (1961), de Stanley Kramer (EE.UU.)

FILMOTECA, CON DANIELA ROSENFELD –

Guion: Abby Mann. Reparto: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Maximilian Schell, Marlene Dietrich, Montgomery Clift, Judy Garland, Edward Binns, William Shatner. Premios: Oscar al mejor guión, mejor actor protagonista Maximilian Schell. Globo de Oro: mejor película, mejor actor (Maximilian Schell)

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1946 se llevaron a cabo los Juicios o Procesos de Núremberg. Por primera vez los estados vencedores (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética) promulgan unos estatutos mediante los cuales ya no sancionan a la potencia perdedora, sino que persiguen, detienen y juzgan a sus líderes de forma individualizada, como responsables de los crímenes cometidos tanto dentro como fuera de sus fronteras naturales. Se crean las figuras jurídicas de Crímenes de Guerra o Contra la Humanidad para condensar los cometidos contra la población civil y los prisioneros de guerra desarmados. En total en Núremberg se celebraron 13 juicios: el principal, cuyos integrantes del Tribunal, tanto jueces como fiscales y abogados, eran representantes de las cuatro potencias vencedoras; y los 12 juicios que fueron presididos por jueces y fiscales exclusivamente norteamericanos.
La película está basada en uno de estos juicios, el Juicio de los Jueces. Los acusados eran abogados, jueces y juristas alemanes cuyos cargos acusatorios consistieron en la aplicación y ejecución de todas aquellas leyes promulgadas por Adolf Hitler y relativas al Programa de Pureza Racial que, utilizando métodos eugenésicos, discriminaban a enfermos mentales, discapacitados físicos, esquizofrénicos, ciegos, sordos, etc. para poder ser esterilizados llegando, en muchos casos, a firmar sus sentencias de muerte. También firmaron sentencias condenatorias contra personas acusadas de mantener relaciones sexuales con judíos.
La película explora de forma contundente y convincente uno de los episodios colaterales más interesantes del régimen nazi: lo que ocurría en muchos sectores de la población alemana y lo que supuso para muchos profesionales convivir con los preceptos de una ideología totalitaria y excluyente. La película nos plantea la difícil coexistencia del patriotismo alemán y la obediencia a un régimen que llegó al poder prometiendo recuperar la grandeza de la nación después de la humillación infringida por el Tratado de Versalles. Si, por patriotismo, los juristas decidían quedarse en el país, no tenían más remedio que seguir las crueles directrices de esterilización, segregación, deportación, reclusión, etc. que exigía la doctrina nazi sobre los colectivos que, según ellos, amenazaban la pervivencia de la raza aria (en especial, los judíos). Nos enfrenta al complejo dilema de la responsabilidad y la culpa frente a los delitos cometidos o tolerados por la seguridad e interés del estado.
Planteada como una potente reflexión y mostrando cierta empatía hacia determinados sectores de la población que clamaban su inocencia de los crímenes nazis argumentando ignorancia o conveniencia nacional, expone el problema ético al que se enfrentaban quienes deben impartir justicia comprometiendo sus principios y eludiendo su responsabilidad. El guionista y el director consiguen lanzar un claro mensaje de integridad moral. Se reflejan todos los puntos de vista y se manifiesta un fuerte equilibrio entre todas las posiciones. La integridad del juez principal, Dan Haywood (Spencer Tracy), le lleva a imponer unas duras penas a los acusados aunque es consciente de que probablemente no las cumplirán (como así ocurrió). Pero actúa de acuerdo a su conciencia y al criterio jurídico más puro.
La mayor parte de la acción se centra en la sala del juicio, el enfrentamiento dialectico del fiscal y el abogado defensor; los testigos; los acusados y, como catalizador, un juez norteamericano representando la legalidad y los derechos humanos. El peso del film recae fundamentalmente en sus actores. Un siempre remarcable Spencer Tracy interpretando al juez Haywood y memorables Burt Lancaster, Maximilian Schell, Richard Widmark, Judy Garland y Montgomery Clift. Un casting extraordinario y en estado de gracia. La película contiene secuencias inolvidables como el discurso de Burt Lancaster, el monologo de Spencer Tracy al dictar veredicto y las escenas de Alemania destruida por la guerra.
Sobre las posiciones que unos y otros defienden en el film, es particularmente impactante la escena final. El juez Haywood visita la celda en la que está recluido Ernst Janning (Burt Lancaster), prestigioso jurista y ex-ministro de Justicia alemán. Janning es el único de los cuatro acusados que muestra un claro arrepentimiento por sus actos durante el juicio y aplaude la decisión de Haywood de condenarles y, en la soledad de la celda, se sincera diciéndole:
Ernst Janning – Juez Haywood… la razón por la que le he pedido que viniera: aquella pobre gente, aquellos millones de personas… Nunca pensé que se iba a llegar a eso. Debe creerme, ¡debe creerme!
Haywood – Herr Janning, “se llego a eso” la primera vez que usted condenó a muerte a un hombre sabiendo que era inocente.

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