Volver en nosotros

LA PALABRA – Hay una expresión en castellano, volver en sí, que significa recobrar el conocimiento o conciencia después de algún tipo de incidente que los interrumpiera. Durante esta cada vez más larga pandemia nos encontramos en un estado mental análogo a una pérdida parcial del control, con graves alteraciones de nuestras vivencias cotidianas. El mundo entero sueña con una vacuna que permita dejar atrás este 2020 como si sólo hubiera sido una pesadilla y recuperar la vida que llevaba antes de desatarse la plaga.

A pesar del aturdimiento informativo y la marea de expectativas que nos inundan, hay algo meridianamente claro: las fronteras, barreras idiomáticas y culturales, banderas y otros símbolos de excepcionalidad nacional han demostrado ser una ficción para algo tan nimio como un virus, una estructura natural que ni siquiera tiene vida propia. De ahí que, siguiendo con la metáfora del mal sueño, el despertar no será ya un “volver en sí” (en mí, en ti), sino en nosotros (sin vosotros, ni ellos).

Aunque tuviéramos una bola de cristal para mirar a un futuro (no muy lejano, apenas un par de años), nadie creería lo que nos espera, del mismo modo que nadie hubiera dado crédito a quien hubiera predicho lo que realmente nos está pasando. Pese a ello, hay mimbres para pensar en cómo será el día después. Es más que probable que la población de los países democráticos castigue la gestión errática (irresponsable en algunos casos) de sus autoridades, lo que se traduciría en cambios políticos de alcance, siempre supeditados a las alternativas disponibles. La primera ficha del dominó que podría iniciar un “efecto mariposa” mundial al caer sería el presidente estadounidense si no resultase reelegido para un segundo mandato (algo que no ha pasado desde 1981 cuando Jimmy Carter cedió ante Ronald Reagan). Ello seguramente serviría de acicate para la emergencia de nuevas caras que representarían dos fuerzas opuestas: una centrífuga para curar las heridas infligidas a la economía local, y la centrípeta para buscar soluciones supranacionales a fenómenos planetarios (incluyendo la salud dentro del paradigma de las amenazas naturales, junto al clima).

Si algo empezase realmente a moverse podría provocar la entrada en barrena de algunas organizaciones que no han sabido estar a la altura de las circunstancias, desde la Organización Mundial de la Salud a las mismísimas Naciones Unidas o la Unión Europea, abriendo un paréntesis de incertidumbre que no necesariamente tendría que desembocar en tragedia. Quizás haya llegado la hora del crepúsculo de algunos dioses que dirigieron nuestros destinos, intocables en sus olimpos, como Netanyahu en Israel, el peronismo en Argentina o Sánchez en España, por poner algunos ejemplos que me son cercanos. Porque no volveremos nunca (y ahora menos) al mismo punto de partida. Más que volver en SÍ será un volver en NO, primera sílaba de nosotros, en plural.

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

Scroll al inicio