Zeitgeist

LA PALABRA – A todo el mundo le encanta usar expresiones supuestamente intraducibles para expresar ideas complejas, aunque -aparte de ser un síntoma de soberbia-, son una manera de reconocer la falta de una mejor definición de nuestros pensamientos. Aterrorizado en mi infancia por el propio sonido del alemán, me costó bastante admitir “Zeitgeist”, lo que en sí es una muestra de su significado o traducción: “espíritu de una época” (literalmente, también, “fantasma de un tiempo”). Si, como en aquella serie televisiva de esos años, dispusiera de un “Túnel del tiempo” que me teletransportara al presente, con la educación recibida en casa, la escuela, la calle y los medios de comunicación, estaría ahora mismo entre rejas por machista, racista, homófobo y seguidor de ideologías extremistas. En algún lugar todavía conservo la “Antología poética de la violencia”, que reunía textos breves, letras de canciones y fragmentos de discursos de nuestros ídolos de los 70, hoy día prácticamente todos ellos en la lista de representantes del totalitarismo en sus diferentes versiones, desde el abuelito del actual líder norcoreano, al autor del Libro Rojo que nos invitaba a mover las montañas si nos tapaban la visión, hasta el superhéroe que en lugar de capa y antifaz, lucía barba hípster, boina ladeada y una mirada por encima de los mortales, que murió por todos nosotros y cuyo poster reemplazó a las imágenes religiosas en las habitaciones de los adolescentes.

No sólo hacíamos chistes sobre la torpeza de las mujeres y el amaneramiento de los que no demostraban su virilidad que muchas veces los propios aludidos reían: también chistes antisemitas. Porque, al menos desde el 68 (mientras los franceses soñaban con utopías geronticidas -no te fíes de nadie mayor de 30 años-, los checoslovacos veían desvanecerse una nueva primavera de libertad y en Sudamérica ensayábamos la guerrilla urbana), nadie tenía derecho a sentirse ofendido o excluido. Era el tiempo de acabar con los tiempos. Como cuando, una vez leído y debatido en grupo “El Capital” de Marx nos preguntamos: ¿y la secuela? ¿Una vez alcanzado el comunismo como cima de la escala evolutiva social humana, qué viene después? Hay quienes apostaban por la “sociedad de la abundancia” (de hecho, la misma utopía que el liberalismo). Aún recuerdo mis sesudas discusiones sobre si entonces habría Coca-Cola gratis, o deberíamos nuestras futuras caries y descontroles diabéticos a marcas registradas por el estado, libres de estigmas capitalistas.

Esto no es sólo un ejercicio para reírse de mí mismo, sino una seria advertencia para los que ahora tienen claros sus objetivos, luchas y enemigos: no sois (como nosotros no fuimos) más que un subproducto del Zeitgeist que nos toca vivir. Y el viento sigue soplando, espantando unos fantasmas para que otros ocupen su lugar.

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

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