DESDE GRECIA, AKÍ SALONIKA CON ÁNGELA MARÍA ARBELÁEZ – MEMORIA. Hoy despedimos a Zermain (Germain) Koen (Salónica, 1910 – Atenas, diciembre de 2015), superviviente de los campos de la muerte. Viuda de Sabby Koen (Monastir, 1903 – Auschwitz, 1944). Zermain, la bella hija del médico Moisses Matalón y Riketta Navarro, se casa con Sabby en 1936 en Salónica. Sabby y Zermain fueron traicionados por un amigo cuando se escondían en Atenas. Abraham y Palomba, sus suegros, su cuñada Rachel Faraggi y su amado Sabby fueron exterminados. Zermain sobrevive y regresa para reconstruir su vida junto a sus tres hijas: las tres ermanikas Kohen: Riketta, Palomba y Veta: “… Mi nona me disho que está al cielo i yo lo buscaba detrás de la luna…”. Eterna sea tu memoria Zermain. Baruj dayán Haemet. De los archivos sonoros de nuestro programa y A. M. Arbeláez. [LAD]
LIBRO. Los cazadores de nazis, la pareja de Serge y Beate Auguste Klarsfeld, han estado en Atenas, gracias a la publicación de la traducción de sus memorias al griego por la casa Editorial Kapon, una impecable labor de Karina Lampsa. La presentación de sus memorias se realizó conjuntamente con el Instituto Francés de Atenas y la reconocida casa editorial Kapon. Los esposos Klarsfeld hablaron durante su intervención en la capital griega de las pérdidas sufridas por Grecia durante la ocupación alemana. “La comunidad judía fue diezmada en Grecia, esta es una historia increíblemente triste”.
A sus 21 años, la berlinesa Beate Auguste Künzel, hija de un soldado nazi, trabajaba como fille au pair en París cuando encontró a su futuro esposo, Serge Klarsfeld, francés e hijo de un judío deportado a Auschwitz. El 11 de mayo de 1960, a la una y cuarto de la tarde, Beate tomó el metro en la estación Porte de Saint-Cloud en dirección a la Alliance Française donde estudiaba. Serge, entonces alumno en el Instituto de Estudios Políticos, se subió al mismo vagón y observó a la joven, cautivado por su aire extranjero… Ese fue el comienzo de una gran historia de amor, pero también de una batalla por la justicia y la reparación. Beate y Serge han dedicado sus vidas a cazar nazis, es decir, a recopilar información sobre antiguos miembros del partido nacionalsocialista, a identificarlos y a rastrearlos con el fin de develar la verdad e impulsar a las autoridades a capturarlos. La pareja decidió contar su historia a cuatro manos en el libro Mémoires (Memorias). Una relación amorosa entre hijos de nazis y de judíos no era imposible luego de la guerra. Buena parte de los padres de los jóvenes alemanes de la época habían consagrado su inteligencia al Tercer Reich. Serge lo sabía bien y por ello no juzgó a Beate por los crímenes de Herr Künzel. Al fin y al cabo, cuando la guerra estalló, Beate apenas tenía 7 meses de edad. Los enamorados emprendieron su primera gran batalla contra Kurt Georg Kiesinger, vicedirector de propaganda radiofónica de la Oficina de Asuntos Exteriores del régimen de Hitler y canciller alemán de 1966 a 1969.
Luego de organizar reuniones políticas, de gritarle “¡Nazi, renuncia!” en el Parlamento, y de publicar una investigación en la que se probaba que Kiesinger contribuyó activamente al proyecto nacionalsocialista, la pareja decidió atraer los focos a la causa con una acción simbólica, en medio de un congreso de la Unión Cristiana Demócrata (CDU, en alemán), el partido del dirigente. “Poco después de llegar detrás de Kiesinger, éste siente una presencia y se da la vuelta ligeramente. De repente, mis nervios se distienden. Gané. Gritando con todas mis fuerzas ‘¡Nazi, Nazi!’, le doy una cachetada, sin siquiera ver la expresión de su rostro. Detrás, escucho que Kiesinger pregunta: ‘¿Es la Klarsfeld?’”, escribe Beate. Resultado: pena de un año de prisión para la joven alemana y una mediatización aparatosa sobre el pasado del político.
Aunque Kiesinger no pagó ni un solo día de cárcel luego del escándalo, los años setenta y ochenta fueron mucho más fructíferos para Beate y Serge. Gracias a un trabajo lento de investigación y de técnicas de paparazzi, los esposos lograron la condena de tres nazis importantes que habían cometido crímenes en Francia: Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en Lyon; Kurt Lischka, a la cabeza de la Policía en la región parisina; y Herbert Hagen, jefe del Estado Mayor de la dirección de la Policía alemana en el país. Capturar a Klaus Barbie, verdugo del resistente francés Jean Moulin, fue una obra colosal. A comienzos de los años cincuenta Barbie se refugió en Bolivia con el nombre de Klaus Altmann. Dos décadas después, la pareja logró identificar al criminal gracias a los datos de sus hijos. Extraditado a Francia y condenado en 1987 a cadena perpetua, Barbie terminó sus días en una prisión de Lyon, la misma ciudad donde había torturado a Moulin y deportado a 44 niños judíos huérfanos (…) René Bousquet, secretario general de la Policía del régimen colaboracionista galo, no pudo ser procesado. Francia fue privada así de un juicio histórico contra el responsable de la deportación de 13.152 judíos. Para los esposos, esta lucha no consistía solamente en capturar a los criminales, sino en recuperar el pasado, en darle una visibilidad a las víctimas: “Yo no soy solamente un cazador de nazis, soy sobre todo un buscador de almas judías desaparecidas en la shoá”, escribe Serge. Ambos viven todavía en Porte de Saint-Cloud, a dos pasos de donde se encontraron hace 55 años. Para ellos, el combate no ha terminado. La extrema derecha en Europa y los crímenes antisemitas recientes en el Viejo Continente demuestran que estas páginas escritas a cuatro manos eran necesarias y que la lucha contra el ultranacionalismo, el antisemitismo y la xenofobia es, ante todo, una lucha contra el olvido.
“Memorias: Persecución de los nazis”, de Beate y Serge Klarsfelnt, traducido al griego por Karina Lampsa. Ediciones Kapon.2016 [ESP]
– Investigación, proyecto: Desde Grecia Akí Salónika ©. Síganos en Facebook
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